¿A dónde van los
recuerdos? ¿A qué lugar has ido a parar?
Cuánto quisiera saber
si en realidad aun vivo en tu corazón,
si al menos, en este día,
ha pasado por tu mente el recuerdo de mi alma o de mi rostro enjugado en
lagrimas;
porque a lo que se refiere a mí, a cada instante el
viento me trae tu aroma, ese benigno aroma que me hace recordarte sin cesar.
Veo el sol, pareciera
aliarse junto con el cielo y sus nubes,
hace penetrar su luz a través de ellos,
creando en frente del vitral de mis ojos la silueta de la princesa de mi
platonismo.
Imagino que hasta
DIOS, con un lápiz dibuja en el firmamento tu cuerpo.
Suele dolerme el
corazón… en mis moches, tus noches, las que eran nuestras;
es simplemente acostarme
y todo, de un momento a otro, es oscuridad, mis ojos se nublan, mis gestos
destellan pesar…
amanece y contemplo
otro día más que he pasado sin verte, pero son esas noches en las que mis oídos
creen escuchar tu voz susurrándoles, me dices: te amo, quiero estar contigo;
las estrellas titilan igualmente extasiadas por el momento en el que siento tus
manos y tu persona cerca de mí.
Allí están tus ojos, qué
hermosos luceros, qué hermosa te ves, me sonríes y tu cabello me cobija. Qué cálida
eres, te dije, y me besaste. Mi alma por dentro celebra un festín,
pero… ¡oye!, ven, a
donde vas no te marches, no me dejes solo… mira que hay demonios cerca de mí.
Ahora llora el alma,
se ha abierto la herida y mis pupilas decantan ríos de dolor con manchas de
sangre;
es verdad, la amarga
verdad; había olvidado por completo que esta bendita distancia nos separa,
olvidé que no te tengo cerca de mí.
Oh DIOS, Tú que diste
al hombre el corazón, no permitas que olvide nuestro cariño,
acá mi guitarra entonará en el silencio su
recuerdo, dulce melancolía… sea real o no, exista o no aun ese amor.
Rarias
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